Si las soledades hablasen quizá este mundo estaría lleno de bullicios. Tanta gente es la que verdaderamente se encuentra sola, al acecho de una companía, sin más pan que sus dientes, ni más esperanza que la de levantarse cada mañana rogando que algún acontecimiento durante el transcurrir de su día haga que cambie su suerte. Incluso algunas de esas tantas llegan a rosarse entre sí, lo que provoca algo así como una leve companía; sin embargo, es algo pasajero. No olvidemos que las soledades no frecuentan cambiar de nombres, y les gusta hacer honor al suyo estando solas.
Y hoy escribo a una de esas tantas. A una que me toca verla sufrir desde cerca. Triste y humilde cadete de sentimientos que ruega dar muerte a su nostalgía. Y espera a la vuelta de cada esquina que le toca caminar, una mano llena de caricias que ponga fin, de una vez por todas, a tan desesperado letargo de desdichas...Esa soledad
Cascabel de sueños
no desojes tu mirada
no te rindas sin luchar
acobardado en tus palabras.
No sumerjas tu nariz
en las faldas imposibles
ni gastes tiempo en seducir
a quien te puede hacer sufrir.
Triste vida la del náufrago
atrapado en la desdicha
de no saber apreciar el mar
o inventarse nuevas islas
Desesperados pasos rutinarios
de soledades repetidas
de acomodarse entre las sábanas
e interrogarse las entrañas.
Esperante esperanzado
estancado en el desierto
sin que ningún ojo del mundo
haga nido en su dolor.
Despilfarro de pavadas
carcajadas dibujadas
manos tiesas en la espera
de atrapar alguna dama.
Tiempo al tiempo y al hartazgo
de no ver cambiar las cosas
que el amor se encuentre lejos
y el corazón ya lata en vano.

martes, 8 de junio de 2010
Esa soledad...
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